Plantas bien regadas
El punto más importante será el elegir el riego correcto, éste dependerá del tipo de planta, el sustrato, el clima, etc.
Se debe tomar en cuenta que el exceso de humedad en el sustrato puede también causar la aparición de enfermedades fúngicas (hongos, bacterias, etc.) que dañen en buena medida la apariencia y/o estructura de la maceta.
Así mismo se deberá utilizar agua de calidad, con niveles adecuados de salinidad, dureza y toxicidad.
Macetas bien drenadas
Es esencial que las macetas con plantas tengan un buen drenaje, es decir; los orificios situados en la base no deben estar obstruidos.
Para permitir que el agua sobrante drene bien, se recomienda colocar en el fondo de la maceta una capa de gravilla o fragmentos de loza. Este material, aísla el sustrato del agua estancada y evita que la planta se pudra o que la maceta absorba demasiada humedad.
Las plantas más sensibles a los encharcamientos se deben colocar en un lugar alto, sobre “pie ornamento” o soportes para macetas.
Se debe tener la precaución de retirar el agua de los platos de las macetas y los recipientes con depósito de agua que carezcan de rebosadero.
Otra acción que favorece el drenaje es elegir un sustrato adecuado. Una buena mezcla que permita la ventilación de la tierra.
Macetas bien abonadas
Otra recomendación para alargar la vida y el buen estado de su maceta será el elegir adecuadamente el abono o fertilizante y seguir las instrucciones de uso del mismo.
Muchos fertilizantes químicos, así como algunos rectificadores naturales para el suelo, como cenizas o abono, ocasionan la acumulación de sales en el sustrato. Con respecto a las plantas de maceta, esta acumulación puede aparecer como una corteza blanca sobre el cuerpo de la maceta y deteriorar el acabado o incluso el cuerpo de la misma.
Utilizar agua de calidad
Aunque normalmente se le atribuyen al agua características como: inodora, insípida e incolora; debemos dar importancia a aquello que no podemos ver y que se encuentra en disolución. En particular el contenido de sales, pues dependiendo del tipo y cantidad de éstas dependerá la rapidez con la que un sustrato absorberá una cantidad determinada de agua.
La salinidad está considerada como la cantidad total de sales disuelta en esa agua, independientemente del tipo que sean. Conforme un sustrato va secándose, la concentración de sales en él, aumenta.
Si tomamos en cuenta que la maceta está fabricada con un material poroso como es el barro, que normalmente el barro puede ser considerado como un filtro natural, y que deberá tener un porcentaje de absorción del agua de riego, debemos entender que derivado de la microfiltración que ocurrirá, la maceta podrá llegar a ser una barrera que retiene todas las impurezas en suspensión en el agua con la que se riegue. Por lo tanto derivado de este proceso natural y de la calidad del agua podrán o no aparecer en la superficie de la maceta ciertas características superficiales como sarro o salitre, mismas que no son consideradas como un defecto de fabricación sino como una condición de uso.